LOS ÙLTIMOS DÌAS DE
USHCU PEDRO
USHCU PEDRO
(Fragmento)
CAPITULO I
Los últimos rayos del sol caían tristemente sobre la cumbre del cerro “Ampicoto”, cual vigía contempla desde la parte alta al pueblo Quillo; el crepúsculo enrojeció repentinamente su resplandor como queriendo presagiar que algo iba a suceder; mientras las tropas cansadas de Ushcu Pedro, hacían un alto para descansar, luego de un arduo viaje que los llevó cruzar la Cordillera Negra por la altura de Matacoto, tratando de abrirse camino pasó hacia la costa para sorprender al enemigo y pertrecharse de armas que en ese momento carecían, luego de sufrir varias derrotas militares en el Callejón de Huaylas, y su posterior repliegue hacia la Cordillera Negra que hoy los cobijaba.
Silenciosamente la tropa mal raída físicamente pero con la moral alta acampaba en la pequeña quebrada de Huallabanba para tratar de recuperar fuerzas y luego tomar Quillo por asalto. Pedro Cochachí más conocido como Ushcu Pedro, convocó de inmediato a su Estado Mayor para preparar el desplazamiento de la tropa y a la vez comisionar un destacamento de avanzada que inspeccionara la zona antes, y detecte al enemigo local y sus posibles refuerzos de Lima que llegaban a través del Puerto Casma.
La discusión fue larga como pocas veces ocurría para tomar una decisión sin mayor peligro. Al final se decidió encomendar a seis de sus mejores hombres para infiltrarse por la noche en el pueblo e informar posteriormente los resultados de la presencia del enemigo.
Los seis hombres fueron de inmediato convocados e informados de la acción y preparados para partir, Sólo llevaban un poco de cancha tostada, papa sancochada, y la buena suerte de los jefes al partir.
A la mañana siguiente, Ushcu Pedro muy temprano pasa revista a su tropas mal raídas compuesta por unos 300 hombres, se desplazaba preocupado, en su mente se encontraba presente la figura de sus hombres que en esos momentos cumplían la misión encomendada. Ordenó como una forma de tomar precaución y de confundir al enemigo que se construyera en lo alto de los cerros circundantes, figuras semejantes a hombre con piedras y palos que a lo lejos aparentaran ser guerreros armados dispuestos a atacar, mientras tanto los seis hombres hacían su ingreso al pueblo. Se habían dividido en dos grupos, uno de ellos se apostó junto a la iglesia y el otro a la entrada del pueblo que da a la parte baja. Ambos grupos llevan sombreros que les cubre la cara para no despertar sospechas, asimismo gruesos ponchos y su talega de coca que no cesaban de chacchar en todo el camino.
A la mañana siguiente uno de los grupos se dirige a un tambo para comprar coca y a la vez indagar disimuladamente sobre las autoridades locales; uno de ellos pregunta en quechua:
.- Buenos días señora, véndenos coca.
.- ¿Cuánto desea?
.- Media libra nomás.
.- ¿Cuánto es?, pregunta el joven indio, a lo que el señor respondió:
.- Son 5 centavos; (mientras la señora le daba el vuelto, uno de ellos preguntó).
.- Disculpe señora, nosotros somos de Coracollo, y queremos saber quienes son las autoridades de Quillo, para hacer una gestión, ya que es la primera vez que venimos; la señora mirándolos fijamente respondió:
.- Al costado de la iglesia se encuentra el municipio, allí está el alcalde, a él le pueden preguntar por las demás autoridades del pueblo.
.- Muchas gracias, contestó el indio y haciendo una reverencia saliò del local.
De otro lado el segundo grupo se dedicó a recorrer silenciosamente las calles del pueblo a fin de descubrir la presencio del enemigo. Al cabo de varias horas no encontraron ninguna presencia militar, todo parecía normal, pero el aire tenso y enrarecido denotaba algo que no podían explicarse en ese momento.
Por fin llegó el medio día y sorpresivamente se inició un inusual movimiento de las principales autoridades locales, pronto las voces corrieron, se comentaba que las autoridades preparaban un gran recibimiento para homenajear a Ushcu Pedro – luchador de los campesinos -, la sorpresa fue mayúscula entre la gente, que entre sorprendida y asustada comentaba:
.- ¿Como es posible que reciban a ese indio bandido?, supay pa' guagua, ladrón que ha matado a muchos cristianos……
Este comentario generalizado de inmediato corrió cómo reguero de pólvora en todo el pueblo y la parte baja del valle.
El alcalde anunció que las tropas de Ushcu Pedro se encontraban cerca y serían bien recibidos con honores, qué la familia Arteaga lo haría compadre para que bautice a uno de sus hijos; por ello el gobernador encomendó a una comisión compuesta de nobles quillupinos, que se encargarían de invitarlo y comunicarle al guerrero rebelde la decisión de las autoridades del pueblo.
Entre sorprendidos y presurosos encaminaron su regreso los seis hombres encomendados por el jefe guerrero; no podían creer lo que habían escuchado y visto con sus propios ojos, comentaban entre ellos sus impresiones y se resistían a aceptarlo; al fin llegaron en horas de la tarde al campamento entre cansados y de hambre; de inmediato se dirigieron al lugar en donde se encontraba Ushcu Pedro; éste los saluda de pie y sin más preámbulos pregunta:
.- ¿Hay tropas enemigas?
.- Manan canchu Tete.
.- ¿Están seguros?
.- Así es jefe, hemos revisado todo el pueblo y sólo hay cuatro policías, eso es todo…. Pero el pueblo sabe que estamos cerca de Quillo, así lo han dicho las autoridades, que lo van a recibir a Ud, para saludarlo y homenajearle; así como también lo van a hacer compadre, para eso viene una “comisión” de notables a invitarlo a Ud.
Ushcu Pedro totalmente sorprendido por lo que acababa de escuchar, se saca el sombrero que lleva puesto, se rasca la cabeza y luego de mirar el cielo azul, se sienta y pide que todos tomen asiento en circulo, transcurrieron varios minutos de silencio, luego se para bruscamente y dice a secas:
.- ¡Eso es una trampa, no lo puedo aceptar, hay que pensar que nunca los blancos miserables nos van a aceptar como ellos, y menos nos van a recibir como dicen, debe haber otro interés para que todos vayamos!.....¡Yo creo que es una trampa!..... Ustedes que dicen…..
Y mirando a todos los jefes, llama a uno de los jóvenes asistentes, y pide un vaso de agua.
El murmullo se generalizó, todos hablaban de dos en dos, Ushcu Pedro les escucha silenciosamente, hasta que de pronto poniéndose de pie, pide silencio y dice:
.- Tomemos las cosas con calma, esperemos que venga esa llamada” comisión”, para escuchar sus palabras y ver en sus ojos la traición…..
Todos callaron en señal de acuerdo, y en silencio se levantaron de sus asientos, y haciendo reverencia se retiran; sólo quedaron sus lugartenientes; Simón Huarca y el joven guerrero llamado Andrés.
El frío de la noche en ciernes recogía los últimos rayos del sol, en medio de los roquedales que rodea a la tropa, se podía divisar la débil luz mortecina de las lámparas que rodean el campamento y al centro alumbra el gran fogón en donde se prepara la cena de la noche; que sería la última que Ushcu Pedro compartiría con sus hombres, a quienes amaba y quería como a sus propios hijos.
Esta fue la noche más larga que vivió Ushcu Pedro, comió en silencio, pensando en los informes de sus hombres que habían traído de Quillo; terminada la cena, se dirigió a la parte alta en donde él, junto a sus hombres más fieles y de confianza dormían; se sentó, sacó su arma del cinto y acomodó su cama, consistente en gruesos jergones de lana de oveja y una frazada gruesa de hilo costeño; prendió un cigarro y comenzó así mismo a chacchar su coca sentado junto a Simón Huarca y al joven Andrés, quienes también chacchaban, y silenciosamente contemplan el rostro del jefe que parece arder entre la media luz que refleja el fogón desde la parte baja.
Un viento suave pero frío recorrió el lugar; sólo los pocos caballos y burros de carga resoplaban y rebuznaban en medio de la oscuridad que cernía la agreste naturaleza, característica de estos valles montañosos de la sierra ancashina.
Al cabo de una hora, Ushcu Pedro veía como el pucho de su cigarro chispeaba y se apagaba, su coca en la boca no “armaba”, y se hacía agua; lo que lo llevó a levantarse bruscamente y gritar:
.- ¡Maldición!
Sus hombres al escucharlo se levantaron asustados de inmediato y prendieron presurosos sus pequeñas fogatas.
Ushcu Pedro sudaba frío, y su cara desencajada expresaba su rabia contenida, por lo que Simón y el joven Andrés acercándose y palmeándole el hombro le dicen:
.- Jefe, no se preocupe, no va a pasar nada, nosotros lo vamos a proteger y a luchar por el bien de nuestra causa.
A lo que él respondió.
.- El cigarro y mi coca me están avisando que algo malo va a pasar, estoy seguro, nunca me fallan….
.- Pero jefe tenga calma, para eso estamos todos preparados para luchar y mientras estemos unidos daremos la lucha hasta morir…
Estas palabras de aliento lo calmaron un poco; los dos hombres lo llevan cada uno del de hombro nuevamente a su cama, y entre bromas comentan, que no se puede confiar en la superstición del todo, por qué a veces falla.
Ushcu Pedro callado aceptó acostarse para tratar de dormir y se prometió no volver a fumar ni chacchar esa noche, pero por más que intentó le fue imposible hacerlo, y casi al amanecer, apenas si “pegó el ojo”, antes de levantarse muy de madrugada. A lo lejos se escuchaba el canto de una paca paca malaguera que por sobre unos matorrales de queñuales sobrevolaba sorpresivamente cómo tratando de escapar del mal augurio.
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