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jueves, 21 de octubre de 2010

ESTRO II - Poesìa de Augusto Llosa Giraldo



E S T R O  I I 

O

UNA

DECLARACIÒN

DE AMOR

   Para C.R.A con el amor màs grande del mundo


Nunca he dudado que eres la inspiración aquilatada de mi vida.
de esta vida que te espera sentado  debajo de mi sombra
anónima y te extraña.

Una razón cuantiosa me unió a ti, cuando estaba solitario y perdido entre los pensamientos dudosos y la calma aparente del día.

Había prometido nunca volver a escribir poesía, pero no es posible soportar tanto amor, tanta dulzura cuando te tengo junto a mi, en mis sueños, en mis ansias; y hoy he roto esta promesa anticipada aunque ello signifique ser un miserable, un pobre diablo que atribulado por amor rompe su compromiso con irresponsable actitud.

Estoy arriesgando todo por ti; mi apellido, mi honor, mi futuro que creo es muy poco para ti, teniendo en cuenta que te amo y te sufro heroicamente
como un estúpido incomprendido, rechazado,
pero que más da: ¡ Si en verdad os amo.¡

Por ti he vuelto a reencontrarme conmigo y a escribir ansioso estos versos llenos de esperanza y amor; amor que se llena a minutos cuando te recuerdan a pocos, amoroso, con pasión.
A veces me pregunto ¿qué me has hecho para amarte tanto y sufrirte a cada instante, y alborotar como loco  mi viejo corazón?

Requerimiento vital por qué no vienes, si eres el agua que hoya palpitante mi ser con ese constante gotear que me hace daño, y sufro por este amor indivisible que nadie podrá derrotar.
Porque ahora que estás cada vez más cerca, casi a unos metros, y que tu olor embriagador colma mi nariz; te percibo completo, armonioso con esa mirada plena que me atrapa, y es tanto que se desborda a borbotones por el desierto calcinante de mi ser, y es dulce saborear tus besos ansiosos que no perdonan.

Volví a escuchar tu voz, luego de muchas jornadas de ausencia, de silencio obligado, maldito que me alejó de ti; dejándome vacío, inicuo como una piedra muda, como una tumba fría llena de odio, de distancia abrupta y de dolor.
Es por eso que te sufro, y tu recuerdo me estruja el corazón, aunque el silencio con su manto tenebroso pretenda desquiciarme y hacer perder la razón.

Eres el comienzo y el final que no tiene espacio ni tiempo; una luz invulnerable de fuerza y de sabor que me alimenta a diario con ese néctar invisible que segregan tus besos, y que va  guiando mis pasos por la senda inevitable del amor.

La historia de tu vida, es la continuación acrecentada de la mía que no tiene otro cause que no sea el tuyo. Y junto a el muere.
Porque tú me has atrapado con esa mirada plena que me doblega el alma cada  vez que te miro y caigo a tus pies.

He confirmado pues, que no hay nada  que nos pueda separar, y que solo es cuestión de tiempo y un poco de paciencia nada más; es ahora que te amo con todas las fuerzas que me da esta vida que te pertenece y es tuya.

Recuerdo que te había soñado que eras de azúcar o algo así como el almíbar que puesto al fuego se acrisola, espumante con solo probar su punto, y era sublime verte como poco a poco te ibas transformando en caramelo, turrón o en chocolate que al saborearlo me endulzaba el alma hasta dormirme cantando una canción.

He vuelto nuevamente a pronunciar tu nombre, a palpar tu figura, tu olor a orégano, a manzana que en plena selva de mi pecho ha florecido, muy adentro, enmarañado, con tu pelo enraizado en mis pestañas, uno a uno que te ven, que te sonríen como en aquellos tiempos en que nuestro amor era cantado por el viento.
Te puedo jurar, que en todo este tiempo sólo he vivido, ansioso de conservar todo lo que me recuerde de ti, en especial tu sonrisa, tu lunar, tu mirada.

En mi bitácora personal – está escrito – con letras grandes y moldeadas, que eres la última estación definitiva de mi vida, algo así como un suspiro antelado, premonitorio que no escatima esfuerzo para ahogar su felicidad en medio de una charca, o en tus brazos que con seguridad me esperan.

Cómo dudar entonces, del color abreviado de tus ojos, sí estos  tienen
una profundidad insondable al que sólo llegan los que logran descifrar
 el misterio que lo cubre; mezcla de un crepúsculo exaltado
y del amor que te profeso.


    ADVERTENCIA FINAL 


Confieso que la vida no tiene sentido
si no se ama aunque sea un poquito, y
que es vital para confirmar que Dios existe,
en este  conglomerado humano lleno de desigualdades,
odio e ignorancia que no podemos ocultar, y es inocultable
que tu presencia disipa esa borrasca como una tea encendida
que alumbra a diario mi horizonte.

Solo el mar conoce el secreto ancestral que nos protege,
fruto de ese pacto que firmamos un día en que nuestro amor
estaba izado, al tope,  en cada uno de los corazones sufridos
de los pescadores que todavía nos recuerdan cuando divisan
nuestra pequeña isla escondida.

Ahora que estamos juntos,
quiero recorrer cada uno de los puertos
escondidos que te ocultan, entre lunares grandes y
pequeños que  cubren  el blanco terreno liso de tu cuerpo,
que se expone a la luz y a la mirada atenta de mis ojos que
te quieren  devorar sin atenuante ni consideración alguna.

Hoy estoy junto al mar, acariciando mi sueño
y tu recuerdo perenne que me espera.



Autor

    Augusto  Llosa Giraldo.


miércoles, 20 de octubre de 2010

LA PIEDRA CANSADA - Leyenda de Augusto Llosa Giraldo

LA PIEDRA CANSADA
(Leyenda)

La famosa "Piedra Cansada" tiene 9 metros de largo, y se
encuentra en el Sector de Sechin Alto.


Gobernaba el valle de Sechín un aguerrido curaca que por lo avanzado de su edad, quería para su primogénita  hija, un  hombre que la desposara, pero éste debía reunir ciertas condiciones que no eran fáciles de encontrar. Muchos jóvenes deseaban hacerse de su bella hija; se presentaban ante él para pedirle permiso para casarse, pero al escuchar sus condiciones  se desanimaban. Y así pasaron muchos años sin que nadie pueda casarse con  ella. Como tal,  era conocido en todo el valle que no había nadie que pudiera hacerse de su hija, que a pesar de lo madura que estaba no perdía su hermosura.
Fue así, que en uno de esos años llegó al valle un poderoso ejército de guerreros provenientes del norte; eran los Muchic, todos valientes y aguerridos, que al ver a la hija  del curaca vencido, los jóvenes no dudaron en enamorarse de ella.  El anciano jefe no opuso resistencia, con la única condición que su hija  sea respetada y pueda casarse con uno de los guerreros victoriosos, conforme era la costumbre de la comarca.
Para ello convocó al jefe visitante y le propuso su desiciòn, lo cual fue aceptado. Entonces los guerreros jóvenes luego de conocer la propuesta del curaca, se alegraron, todos aquellos que se creían dispuestos a cumplir con el reto planteado podían participar. El cual consistía en trasladar una enorme piedra de unos seis metros de longitud hacia un lugar señalado, en donde el curaca estaba construyendo un templo, allí se  colocaría esta piedra al ingreso como una estela que perennizaría su memoria a través del tiempo. Tenían como plazo los días que dura la fase lunar, al término del cual, al amanecer la piedra debería estar colocada en el lugar previsto.
Entonces, un sin número de guerreros se hicieron al campo en busca de la piedra que reúna las condiciones señaladas,; ubicaron la piedra en una de las canteras cercanas al cerro “El Mirador” donde muchos  de ellos ni siquiera intentaron moverla, desanimados muchos de ellos regresaban, al final solo se quedó uno de ellos que logró moverla y comenzó a trasladarla  con mucho esfuerzo, pero lamentablemente cuando sólo le  faltaba unos kilómetros, lo sorprendió el amanecer del último día, por lo que tuvo que abandonar  la piedra en el lugar que actualmente se conoce. De allí su nombre de “Piedra Cansada”. Enterado el anciano jefe de lo sucedido, y viendo el sufrimiento de su hija adorada, que se había hecho muchas ilusiones con su matrimonio, mandó a llamar al joven guerrero que no alcanzó su cometido para  casarlos  y ambos  vivieron felices.

DOÑA ANDREÌTA - Relato de Augusto Llosa Giraldo.


DOÑA ANDREÌTA

.- ¡Padrecito. Padrecito, buenos días ¡
.- ¿Cómo estás hija, qué te trae?
.- He venido a reservar su misa para mi San  Antonito, fíjese que este
    Viernes es su fiesta…
.- ¡Bueno hija, cómo la quieres, de primera, de segunda o una especial, cantada…
.-Ah, padrecito, estoy pobre…¡¡¡

.-Entonces, hija, será de segunda, es lo menos que puedo hacer, y  cuesta dos soles…
.-Esta bien, padre, qué voy hacer…
.-No te preocupes, hija, ve con Dios…
.- ¡Gracias, padre…¡
.- ¡Ve, ve, hija…¡

Levantándose de la silla con mucha dificultad se echó a caminar con pasos lentos, sostenidos por un bastón gastado de palo que lo acompañaba todos los días por las calles polvorientas de Casma en la venta diaria de sus afamadas “chapanas” de yuca.

Doña Andrea era una anciana solterona sin más familia que un viejo perro “calato” que criaba y cuidaba con sumo esmero, llegando al extremo de vestirlo con ropa que ella misma confeccionaba en sus ratos de ocio. Era muy  monono verlo junto a su ama que lo paseaba los domingos en la tarde en la Plaza de Armas, como quien muestra con orgullo a un hijo;  la gente al verla pasar sonreía maliciosamente.

Esa semana de la fiesta anunciada, fue de mucho trajín para doña  Andreíta, como la llamaban cariñosamente sus vecinos de la calle Bolívar. Varias jovencitas la ayudaron a instalar el pequeño altar todo decorado con papel cometa, flores y un hermoso mantel finamente bordado, que según las malas lenguas San Antonio no se merecía por no haberle encontrado a su anhelada pareja con quien casarse.

Al llegar el día Trece de Junio – Fiesta del santo casamentero- se comía entre otras delicias: tortitas de maíz, tamalitos verdes, champas de maní, rosquitas, humitas dulces y saladas, y abundante chicha de jora fresca y de maíz morado.

Esa mañana desde muy temprano ultimó detalles y vistió un nuevo traje que su  comadre la costurera le confeccionó para la ocasión, la misa era a las ocho de la mañana, por lo que presurosa se encaminó en compañía de sus comadres y amigas que nunca la abandonaban; llegaron presurosas a la vieja  Iglesia Matriz portando al pequeño santo delicadamente ataviado;  vestía fina pana color celeste  con ribetes blancos. Se dirigieron rápidamente al Altar Mayor en donde los esperaba el cura Vergara, fastidiado por la tardanza:

.- ¡Padrecito, disculpe… yo …¡
.- ¡No hay disculpa que valga, Andrea…¡
.- ¡Pero, padrecito…¡
.- ¡Bueno, bueno pero se paga antes…¿de acuerdo?

En esas circunstancias de pleno apuro, doña Andrea comenzó a buscar nerviosamente su monedero, se buscó los senos en donde siempre guardaba su dinero, se sonrojó y tartamudeando con cara de condenada dijo:

.- ¡Se me ha quedado el monedero, padrecito, disculpe, luego le pago por favor…

A lo que el cura mortificado pero sin inmutarse, entre el estupor y la sorpresa de los fieles que la acompañaban, replicó:

.- ¡No hay misa para ti Andrea, primero pagas o regresas mañana… ¡

"CARMEN" Poesìa de Eduardo Ayala Vera.


Portada del Libro "Escritos Para Carmen"
de Eduardo Ayala Vera, su hijo y autor.

CARMEN


Una palabra tuya
es el comienzo de una epopeya
que exalta mi vida misma,
recogiendo un verbo y una interjección
para saber que tú eres eterna,
y más elevada  que todo el abecedario.

Tú nombre
es la canción y la oración,
es el recorrido por todo el pentagrama
queriendo melodías en tono alto,
y siguiendo de cuclillas
todo el placer de llegar al Señor.

Tus letras son de seda,
capturando el filtro de tu especial esencia
y la ópera que causa sensación
por llevar tu nombre,
que es una alusión a lo sublime.



Nota.-
Eduardo Ayala, Abogado y escritor casmeño, "cuya  poesìa marca la irrupciòn
del vanguardismo y la irreverencia poètica en Casma"
Asì se define el propio autor de este hermoso poema dedicado
a su madre quièn falleciera el 17 de diciembre del 2007.




martes, 19 de octubre de 2010

"CHIQUITIN" - Relato de Augusto Llosa Giraldo publicado en Londres.

Libro original enviado desde Londres
al autor.

CHIQUITIN
(Relato)


El fuego cargado de rayos, parecia partir la tarde, en tanto que la lluvia estrepitosa caía sobre esta tierra adoptiva que nos acoge, y hacia correr a todos aquellos que no estaban preparados para soportar sus efectos devastadores

La puerta principal de entrada se encontraba entreabierta, mientras los custodios se guarecían en una pequeña caseta de vigilancia, ubicada a un costado del enorme edificio de la prisión; en esas circunstancias “Chiquitín”, un viejo perro chusco todo mojado y asustado por los truenos, ingresó silenciosamente al pabellón de Presos Políticos, sin que nadie se diera cuenta para impedirlo.

Al encontrarse dentro del recinto carcelario comenzó a husmear y a buscar comida, tenia hambre, y fue bien recibido por los internos, quienes lo, llamaban por diversos apelativos, otros querían cogerlo para acariciarlo. Pero era muy arisco para estos tratos que nunca había recibido, otros le ofrecían comida incluso pescado seco, etc. Comido de todo y cuanto pudo saciar su voracidad canina, pero siempre cuidando una distancia prudente. A todos nos alegró esta inusual visita que por años no teníamos; pero llegó la noche inevitable, y es cuando los alcaides comienzan a cerrar todas las puertas- rejas que existen en cada pabellón, y “Chiquitín” cómo se le bautizó quedó atrapado como un preso más dentro de ese inmenso local siniestro de dimensiones concéntricas.

Las horas corrían y cuando la mayoría de los internos descansaban, de pronto el perro comenzó a ladrar y a correr por todos los pasillos del pabellón, desesperadamente y a aullar con gritos lastimeros sin parar, hasta que se paró junto a la reja de la entrada principal y lanzó un aullido desgarrador que conmovió a todos. No había caso, lo único que teníamos que hacer era llamar al servicio de guardia que se apostaba afuera y pedir que lo saquen para que se calle y todos podamos dormir.

Y así fue, el delegado general del sector dio la voz de inicio y todos los internos a un solo grito tuvimos que llamar a los custodios, quienes luego de unos minutos de intenso llamado reiterado, hicieron su ingreso creyendo que era una emergencia médica habitual, de rutina, pero grande fue su sorpresa al constatar que dicha emergencia era para “liberar” a un perro, y no podían explicarse cómo había ingreso a dicho lugar inaccesible para cualquier ser humano común y corriente, con todas las medidas de seguridad que contaba el penal de máxima seguridad del país.

Esta actitud aleccionadora del perro sensibilizó a todos los presos; nadie más habló después, el silencio era elocuente.
Esa noche muchos de los internos soñaron con su Libertad, y yo fui uno de ellos.

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"CHIQUITIN"
 (Versiòn en  Inglès)


Fiery rays seemed to split the day asunder, while noisy raindrops ceaselessly pounded on this adoptive land which reached out to us, while causing those ill prepared to suffer its sometimes devastating effects flee.

The main entrance door was slightly ajar where the security guards grouped in a little surveillance hut, located to the side of the enormous prison building;  it was under these circumstances that Chiquitìn”, an old mongrel dog soaked by the rain and terrified by the thunder, silently entered the Politicat Prisoners’ Section, without anyone noticing or restraining him.

Finding himself incide the prison precincts, he began sniffing around in search of food, and was well received by the inmates; some called him by various names, while others tried to grab him in order to pet him, but te behaved fearfully, never having received this kind of attention in the past; still others proffered food, such as dried fish, to him. He ate everything, and managed to finally sate his canine voracity while remaining at a prudent distance. We were all cheered  by the first such unusual visit in year; but ninght inevitably  fell, when the screws began to lock all the barred gates in the differents sections, and “Chiquitìn”, as we baptized him, remained trapped as one more prisoner in the concentric structure of this enormous and sinister place.

Hours passed, and when most of the inmates were asleep, suddenly the dog began to bark and to race desperately up and down all the corridors in the section, letting out a succession of Herat-rending howls.

This continued until he finally stopped at the barred front gate, unleashing a lacerating cry that tore us all apart. There was nothing for us to do but call on the guards stationed outside to put the hound  out on the street so that we could all get some sleep.

And so it was, the head security guard gave the starting order for the inmates to call the screws with one voice; after a few minutes of lous and repeated yelling, they all came  rushing in, convinced there was some medical emergency. They were greatly surprised to learn that they had been summoned to “liberate” a dog, and could find no way at all of explaining how it had succeeded in penetrating somewhere normally inaccessible to any human, given the panoply of safety measures on which the most secure prison in the country depended.

The prisoners were moved by the dog’s behaviour; nobody spoke afterwards – and the silence was eloquent.

That night many of the inmates dreamed of Liberty. I was among them.



Translated by Amanda Hopkinson



Augusto Ernesto Llosa Giraldo